lunedì, gennaio 30, 2006

Domingo por la tarde


Los domingos por la tarde la Nueva se entretiene con la cámara digital que nos trajeron los Cuatro Reyes Magos de Oriente. Su más querido hobby es fotografiar armagedones y apocalípsis como el de la foto, pero al final el mundo no se acaba de acabar así que terminamos viendo al Barça y a cada gol blaugrana increpamos con nuestros alaridos a unos hipotéticos vecinos madridistas, por si los hubiere.
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mercoledì, gennaio 25, 2006

Siete de la mañana

Mientras desayunamos, la Nueva y yo vemos el informativo de la mañana, comentamos el extraño vestido que le han puesto a la chica del tiempo y, ya puestos, discutimos precisamente de meteorología a grito pelado, para escándalo e irritación de los vecinos que, a esa hora, siguen durmiendo como cigarras del Clot que son. La Nueva es muy de confiar en los meteorólogos y a mí, al contrario, me repelen sus supercherías y engaños. Cuando la chica del tiempo anuncia lluvias para todo el día, la Nueva comenta:

-Que no me olvide del paraguas.

Y yo respondo, sobao martínez en mano:

-Qué van a saber ellos.

Y empezamos a discutir: la Nueva recurre a las isobaras, las temperaturas y las estadísticas y yo niego a la meteorología la categoría de ciencia; ella se indigna y yo me sulfuro, ella me llama burro y yo saco a colación aquella anécdota, siempre la misma, ese día de hace ya años en que llovió tanto que hasta se murió un señor de tanta agua, un señor se murió en pleno casco urbano, no en la montaña ni arrastrado por una riada, y sin embargo en la televisión seguían hablando de calma, bochorno, sol y playas. La Nueva dice ¡bah! y replica que la meteorología no lo puede prever todo y yo pregunto de qué sirve si no predice las lluvias asesinas.
Pero entonces en la tele acaba la meteorología y aparecen Acebes o Zaplana o cualquier otro cretino de esos y a mí se me estropea el día tan soleado que yo había previsto y se me cae espectacularmente el sobao martínez en la leche y la Nueva pone cara de asco no por mi sobao sino por esos dos y maldice a los cielos y yo insulto puño en alto y pierdo las estribos y me rasgo las vestiduras y la Nueva se levanta de repente y derrama los vasos y los sobaos y con un dedo terrible amenaza a la tele y reprime a duras penas espantosos conjuros y al final vemos que estamos tan de acuerdo que nos abrazamos felices mientras con el rabillo del ojo aún vigilo a Acebes y entre dientes profiero salvajes maldiciones.

lunedì, gennaio 23, 2006

La noche viene

“...la noche viene,
llena de estrellas, y bien poco preocupada por nosotros”

(son versos de Pan y Vino de Friedrich Hölderlin, del que nunca he leído nada. Di con ellos en un libro de otro autor que leí hace mucho tiempo, del que no recordaba nada y que estuve ojeando en busca de otra cosa que al fin no encontré)

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mercoledì, gennaio 18, 2006

La Crotalogía



El Hada sabe de mi gusto por las cosas raras y por ese motivo me informó, no sin cierto retraso, de que en 1792 el licenciado Francisco Agustín Florencio escribió el manual pedagógico titulado Crotalogía, o ciencia de las castañuelas, y que en ese volumen figuran grandes frases como, por ejemplo, esta inapelable sentencia: El que no toca las castañuelas no se puede decir que las toca ni bien ni mal. O esta: El bailarín que toca las castañuelas hace dos cosas; y el que baila y no toca, no hace más que una cosa. Tras conocer estas dos muestras, no pude resistirme y me vi obligado a ojear el manual entero para saber más, no tanto de las castañuelas, arte que nunca me ha interesado más que superficialmente, sino de Florencio. Así que me he hice con un ejemplar del libro, del que paso a referirles sus más emocionantes momentos.
Ya en la frase inicial del prólogo, el licenciado afirma sorprendentemente: Siempre he sido sumamente desconfiado de mis luces. Luego, ya más tranquilo, Florencio admite que yo he querido ser inventor, y si no he inventado la pólvora, ni me he echado por esos mares como Colón, para hallar otro mundo, ni por esos cielos como Galileo, para encontrar el movimiento de la Tierra, a lo menos he procurado inventar una Ciencia alegre, risueña, festiva. Pero, ay, tras inventarla, nuestro héroe duda de si la ciencia crotalógica tiene un interés real para el público, así que consulta a un buen amigo. Este va directo al grano, contesta con energía al licenciado (Bien dice el refrán que Dios da narices al que no tiene mocos) y le urge a que publique la Crotalogía. Tras escuchar los consejos del amigo, Florencio afirma que las orejas se me están ardiendo de la vergüenza que me da verme tan alabado y no se lo piensa más y da a la imprenta la obra a la que nos referimos.
Por el momento sólo me he leído el prólogo, pero prometo examinar con atención los 14 capítulos y el apéndice que le siguen. Como dato de contextualización histórica, por otro lado, puedo aportar el dato de que el 24 de abril de ese mismo año, 1792, se hizo en Francia el primer uso experimental de la guillotina y que en septiembre arrestaron a Luis XVI, que poco después gozó del invento referido. De la guillotina, no de la crotalogía.
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martedì, gennaio 17, 2006

El ruido de mis ojos

Cuando la Nueva duerme, es casi imposible despertarla si no es, como ya comenté en un post anterior, susurrándole al oído falsas noticias sobre la Reina. Han dicho que un loco ha mutilado salvajemente a la Reina, le digo por ejemplo, y entonces la Nueva abre un ojo, y luego el otro. Si no es así, no hay nada capaz de turbar su profundo sueño, ni siquiera mi habitual torpeza con los objetos, ese concierto que ofrezco involuntariamente cada mañana con vasos y platos que chocan por mi culpa, monedas que se esparcen sobre la mesa acristalada en una alegre, ruidosa e interminable cantinela, radios que enciendo a todo volumen, libros que echan a volar de mis manos para caer al suelo en un estrépito monumental. Nada, si no es con las vicisitudes de la Reina, la Nueva sigue durmiendo. En ese descanso tan profundo, la Nueva adopta poses entrañables, como la de la imagen que acompaña este texto tanto como para ilustrarlo como para demostrar al mundo que los Cuatro Magos de Oriente nos trajeron a la Nueva y a mí una cámara digital.


La Nueva durmiente

Curiosamente, en el proceso de dormirse, en esos minutos en que uno ni duerme ni está despierto, la Nueva es asombrosamente sensible y le afecta hasta el más pequeño incidente. Anoche, poco después de acostarnos, sentí un ligero escozor en el ojo derecho y me lo froté suavemente con un dedo. La Nueva se sobresaltó y, con voz somnolienta, me preguntó:

-¿Por qué hacen tanto ruido tus ojos?

venerdì, gennaio 13, 2006

27 de diciembre

Acabo de retirar los últimos adornos navideños. El Papa Noël de tamaño natural que nos regaló Flash entre cínicas risas, aquel San José que desapareció del belén y que he hallado escondido tras el tocadiscos, la estrella de Oriente que compró la Nueva y cuya roja luminosidad ha convertido nuestro piso durante todas las navidades en un simpático burdel; todo eso ya ha desaparecido en varias bolsas de basura. Con el hacha que usamos para cortar el jamón he despedazado cruelmente a Papa Noël y al mutilar su última pieza he respirado satisfecho y no es que haya soltado una carcajada, porque yo no río a solas, pero casi.
Dios mío, he pensado, ojalá fueran estas las últimas navidades. ¿Es capaz la humanidad de fabricar microchips del tamaño de un microchip, y casi suelto aquí otra carcajada, y no puede condensar en un solo día tantas fiestas? Nochebuena, Navidad, San Esteban, Nochevieja, Año Nuevo, la Noche de Reyes y el día de Reyes... ¿no podríamos inventar un día, por ejemplo el 27 de diciembre, un día soso y neutral, para concentrar todas esas celebraciones? Sería maravilloso. Podríamos educar a nuestros niños en la económica creencia de que, cada 27 de diciembre, los Cuatro Reyes Magos de Oriente, es decir, Melchor, Gaspar, Baltasar y Noël, llegan a Belén para homenajear al Niño Jesús, cuyo nacimiento sirve, por otra parte, para señalar el nuevo año. Los Cuatro Reyes Magos de Oriente traerían regalos para todos y sería un día de gran alegría y zambombas y polvorones y tal.
En Catalunya, delante del ayuntamiento se instalaría un enorme tronco de árbol, el Caga Tió municipal, porque el 27 de diciembre sería una fiesta sostenible. Los niños golpearían el tronco con un palo en busca de su regalo. A cada doce golpes, aparecería el bobo del alcalde, disfrazado de Baltasar, con la cara pintada de negro y una camiseta de Brasil.
Con el tiempo, pienso yo, la práctica de condensar fiestas podría extenderse a otras citas del año. Así, por ejemplo, un regalo típico del día serían los libros y las rosas. El 27 de diciembre, los más famosos escritores firmarían sus nuevas obras bajo las árboles de Navidad, mientras falsos Cuatros Reyes Magos de Oriente se pasearían por las calles más comerciales de la ciudad haciendo sonar sus campanitas y gritando tontamente: “¡Jo, jo, jo, jo!”.
Se me ocurre un montón de ideas. Incluso la Semana Santa podríamos incluir en el 27 de diciembre. Al terminar el día nos recogeríamos en las iglesias y recordaríamos el momento en que, hace más de dos mil años, Poncio Pilatos condenó a muerte a los Cuatro Reyes Magos de Oriente. Entonces los crucificaríamos a todos tras un largo calvario, al alcalde también, y nos iríamos a casa a comer castañas, boniatos y la coca de Sant Joan mientras vemos Ben-Hur por TVE deseando la llegada del próximo 27 de diciembre.

giovedì, gennaio 12, 2006

HAL 9000

Según he leído por casualidad en la wikipedia, hoy es el cumpleaños de HAL, el ordenador de 2001:

“I am a HAL 9000 computer, production number 3. I became operational at the HAL plant in Urbana, Illinois, on January 12, 1997”.

Para celebrarlo, propongo que cada uno de nosotros nos comamos a un informático para cenar.

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sabato, gennaio 07, 2006

Fingir

La gente de aquí
se ha convertido
en la gente
que finge ser

(Sam Shepard: Crónicas de motel)

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giovedì, gennaio 05, 2006

Noche de Reyes

He esperado a que llegara esta entrañable Noche de Reyes para dar a conocer a todos los niños del mundo una noticia que sin duda les sorprenderá: Niños del mundo, vivís equivocados, los Reyes Magos son mis padres.
Esos tipos de evidentes falsas barbas que desfilarán esta noche en sus carrozas son tan farsantes como los Papa Noeles que proliferan por Navidad. Los Reyes Magos son mis padres y ni mi padre ni mi madre llevan barba y ninguno de ellos es negro ni, evidentemente, son tres, sino sólo dos. Recuerdo como si fuera hoy el día en que mi hermana mayor me comunicó la noticia. Yo no tendría más que seis o siete años, ella interrumpió alguno de mis juegos y me dijo al oído:

-¿Sabes? Los Reyes son los padres.

Me quedé pasmado. ¿Los Reyes eran papá y mamá? ¿Y por qué lo ocultaban? ¿A qué se debía esa extravagante parafernalia de Melchor, Gaspar y Baltasar? Al día siguiente, en la escuela, me acerqué a Cunillera, mi mejor amigo, un niño de piel muy sonrosada y casi húmedo, más que un niño parecía un enorme pedazo de jamón york en forma de niño, y le comuniqué la sensacional noticia:

-Cuni, ¿sabes que los Reyes Magos son mis padres?

Cunillera no quiso dar crédito a mis afirmaciones, lo que no me extraña, incluso a mí me parecía increíble pertenecer a una familia real, la Familia Real por excelencia, mucho más importante en rango que cualquier familia real convencional. Me costó entender por qué razón mis padres escondían a los ojos del mundo su fantástica condición real y en el día a día mi padre simulaba ser un honesto oficinista y mi madre aparentaba ser un ama de casa. ¿Y por qué coño vivíamos en la austeridad de la clase media si mis padres, sin duda, debían disponer de asombrosos recursos económicos para hacer frente a la compra de regalos para todos los niños del mundo? Mis preguntas al respecto sólo recibían sonrisas y besos cariñosos, como diciendo “¡qué rico el nene!”. Así que dejé de preguntar y con el tiempo fui acostumbrándome a mi condición, comprendí sin que nadie me lo explicara que la monarquía real-mágica se basa en la discreción y que posiblemente Melchor, Gaspar y Baltasar debían ser inventos de mis propios padres o de sus antepasados.
Por que ésta es otra, y por increíble que parezca, no me había parado a pensar en la sucesión hasta hace pocas semanas. Algun día sin duda, mis padres, los Reyes, faltarán. ¿A quién recaerá la pesada carga de repartir regalos por todo el planeta la Noche de Reyes? Yo me acerco a pasos agigantados a la cuarentena y jamás he recibido de mi padre el Rey ni la más mínima indicación acerca de las obligaciones y derechos de la monarquía. Qué sé yo, cosas del tipo: ¿dónde se compran los regalos? ¿tenemos camellos o eso sólo es una impostura más? ¿en caso afirmativo, dónde se guardan los camellos? ¿cómo se sabe si un niño se ha portado bien o no? Etcétera. Así que sospecho que en realidad en nuestra familia no impera ninguna Ley Sálica ni leches y que la heredera del trono es mi hermana mayor y yo soy un simple Infante Mago, sin más tarea que la de posar en las fotos familiares.
Como además de la heredera tengo otra hermana mayor, y ambas tienen ya numerosos hijos, en la línea de sucesión no ocupo más que un ridículo octavo lugar. Así que el río de sangre que verteré esta noche será histórico, como histórica será mi monarquía cuando a partir de mañana acceda al trono y el año que viene todos los niños de mierda que berrean en el metro y hablan en el cine y muestran sus mocos por la calle y gritan en los restaurantes y dicen cosas que no entiendo como Tamagochi o MP3 se queden sin sus regalos y ni un puto pedazo de carbón en una noche tan entrañable como ésta.

martedì, gennaio 03, 2006

Hombres cojos

“Por un gesto juzgamos un carácter, por un carácter evaluamos un pueblo. Es la vieja anécdota de aquel inglés funambulesco que, nada más desembarcar en Calais de madrugada, y al avistar a un cojo en el muelle, escribe en su cuaderno de notas: “Francia está habitada por hombres cojos”.

(Eça de Queirós: Ecos de París)

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lunedì, gennaio 02, 2006

No estamos solos

¡La Nueva y yo ya no estamos solos! Ahora tenemos una planta. No sé de qué tipo es, ni a qué familia pertenece. También ignoro qué cuidados requiere, pero por ahora parece sobrevivir sin demasiados problemas y hasta se desarrolla con notable vitalidad. Como todos los seres vivos merecen tener un nombre, la hemos bautizado como Planta, sin mucha imaginación ciertamente. Planta no habla mucho, por no decir nada, pero yo la saludo cada mañana y el otro día oí que la Nueva hacía lo mismo. El resto del día, la verdad, la dejo bastante a su aire, porque no quiero inmiscuirme por ahora en su recatada vida de pólenes, pistilos y fotosíntesis, pero tengo grandes planes para su futuro que pronto le comentaré a la Nueva. Sueño con hacerme con otros especímenes que hagan compañía a Planta. Entonces penetraré poco a poco en los arcanos y secretos del injerto y del barbecho, de la poda, el aclareo y el riego, convertiré nuestro modesto balcón en una ejemplar y moderna explotación herbicultural, aumentaré de forma rápida y espectacular nuestros ingresos, siempre por supuesto de manera limpia, lúdica, ecológica y sostenible, y acumularé capital hasta que un día me dé por levantar un puño al aire y mascullar:

-¡A la mierda todo!

Y entonces me acercaré a la primera agencia de viajes que encuentre y adquiriré allí tres pasajes en primera clase a Nueva York donde la Nueva, Planta y yo pasaremos las próximas fiestas navideñas mascullando todo tipo de alegres tonterías.