venerdì, dicembre 15, 2006

Amigo Nico

No estoy muy seguro de si ya conté en este mismo blog la historia que sigue a continuación. En realidad, dado que acostumbro a inventarme los detalles de mis anécdotas reales, si no la anécdota entera, eso no tiene mucha importancia. El caso es que esta mañana llueve, y la lluvia suele traerme recuerdos del pasado. La lluvia de hoy me ha traído recuerdos de Nico, un hombre al que nunca llegué a conocer pero sí a la mayoría de sus amigos y familiares.
Todo empezó cuando, hace unos cuatro años, me rendí finalmente a la evidencia histórica y compré mi primer teléfono móvil. Tras unas semanas de normalidad, empezaron a sucederse las llamadas de desconocidos preguntando por un tal Nico. Como afortunadamente yo no me llamo Nico, mi respuesta era obvia: “No, lo siento, se equivoca de número”. Fueron tantas y tan frecuentes las llamadas pidiendo por Nico que llegué a la conclusión evidente: Nico también se había comprado un móvil y, en un gesto de estupidez supina, había comunicado de forma errónea a sus allegados mi propio número. Eso, o que los amigos de Nico compartían de manera increíble la misma estupidez y todos había apuntado mal el número que Nico les había proporcionado correctamente. Desde luego me parecía mucho más probable la primera posibilidad, la de que Nico fuera estúpido, puesto que todos podemos tener amigos estúpidos, pero no tantos como Nico parecía tener.
Al principio la cosa me hizo gracia, pues a uno le gusta que le llamen, aunque sea preguntando por otro. Luego, al cabo de unas semanas, empecé a desesperarme y buena parte de esa desesperación nació de la creciente envidia que sentía por Nico, que recibía en mi móvil muchísimas más llamadas de las que recibía yo mismo. Nico tiene muchos más amigos que yo, pensaba con tristeza viendo caer las lluvias de entonces. De la envidia pasé a la inquina y, en los peores momentos, cuando me preguntaban por Nico anunciaba solemnemente su muerte:

-Lo siento. Nico ha fallecido esta madrugada. El páncreas. El entierro es mañana a las doce.

Y colgaba. Pero en el fondo yo soy una buena persona, si no excelente, y esa conducta mía me provocaba unos tremendos remordimientos. Así que decídí no responder más a las llamadas de los conocidos de Nico. Empecé a almacenar en la memoria de mi móvil los números de quienes llamaban preguntando por él, para no tener que responder al teléfono. “Amigo Nico 1”, “Amigo Nico 2”, “Amigo Nico 3”, etc. Llegué a tener una docena de números de conocidos de Nico en la memoria de mi móvil, compartiendo espacio con los números de mis propios conocidos, un centenar de personas, amigos y familiares que, contrariamente a los amigos y familiares de Nico, apenas se molestaban en llamarme.
Con el nuevo sistema la cosa mejoró. De vez en cuando llamaba un nuevo amigo de Nico del que aún no disponía su número, pero ya casi no tuve que responder más llamadas erróneas. Sonaba mi móvil, miraba yo quién era y, con flema británica, me decía a mí mismo:

-Mira. El Amigo Nico 5 otra vez.

Y dejaba sonar el móvil sin responder. La situación se prolongó durante unos días, hasta que, una tarde, me llamó alarmado mi amigo Budesca al teléfono fijo:

-¡Dios mío, estás bien! -dijo Budesca al responder yo a la llamada.
-¿Por qué no iba a estarlo? -dije yo.
-Te llamé al móvil y un tal Nico me dijo que habías muerto. Por el páncreas.

12 Comments:

Anonymous Anonimo said...

Me has hecho recordar una anécdota similar que me sucedió cuando compré mi primer móvil. Yo me rendí bastante pronto a la evidencia histórica y en mi caso el amigo Nico fue el Hotel Conde, así, a secas, nunca supe muy bien a qué hotel se referían. La progresión fue similar a la tuya. Recibía muchas más llamadas diciendo "¿Hotel conde?" que preguntando por mi, y eso me causaba bastante malestar.

Después de algún tiempo llegué incluso a reservar habitaciones ficticias (cosa que me generó también hondos remordimientos), y luego fantaseé con la posibilidad de montar mi propio negocio hotelero. La falta de inversores y mi certeza de que no valgo para los negocios me hizo desistir de tal idea. No recuerdo en qué quedó al final la cosa, si dejaron de llamar o cambié de número. En cualquier caso el final de mi anécdota fue menos interesante que el de la que tú nos cuentas.

12:05 PM  
Blogger Jordi said...

Una vez fui a un hotel donde había reservado habitación por teléfono. Cuando llegué no sabían nada de mi habitación. Por suerte para ti, no se trataba del Hotel Conde, porque si no ahora tendríamos problemas tu y yo.

12:41 PM  
Anonymous Anonimo said...

un cuento muy estilo millás, sí señor. por cierto que en mi teléfono fijo todavía y después de casi 8 años de titularidad todavía hay algún despistado que llama preguntando un centro médico, increíble...

1:00 PM  
Blogger Jordi said...

Quizá Millás escribe como yo (modestamente), porque yo no le he leído a él.

1:36 PM  
Anonymous Anonimo said...

¿Problemas tú y yo? De ningún modo, de ningún modo...

3:50 PM  
Anonymous Anonimo said...

A mí me pasó algo similar, mi antiguo nº de teléfono se lo dieron a una persona con mi mismo nombre... Por lo visto esa Reich está casada con un cubano muy aficionado a contestar al teléfono diciendo "mi queridísima esposa ha salido a comprar, pero dime quien eres que ya le diré que has llamado"...

Una amiga se cabreó por no haberle invitado a mi boda y cuando intenté explicarle el error se negó a escucharme y alegó que yo era muy mal persona si no era capaz de reconocer que me había enamorado de un mulatito caribeño tan cariñoso y adorable...

En fin...

Besos.

Reich

5:00 PM  
Blogger Elisa de Cremona said...

jajajaajajajajaa
qué buena jajajajajajajaja
un saludo

8:34 PM  
Blogger SBP said...

me fascina tu imaginación. El otro día me llamaron al trabajo...
- Relacions internacionals, bon día.
- ¿Estará Stella?
- Pues no sé si estará luego, pero ahora mismo, al habla.

que no tiene nada que ver con nada, pero me hizo gracia.

8:14 PM  
Blogger Elisa de Cremona said...

pues te descubrí no sé muy bien cómo, la verdad... pero creo que has sido un buen hallazgo.
Un beso

2:22 PM  
Blogger Lilith said...

jajaja que bueno tio, vigilate el pancreas, yo ahora que trabajo de teleoperadora me encuentro de todo, desde que llamo a la vecina del quinto y le avisan por el patio de luces, hasta que estoy llamando a un hospital, los telefonos son lo peorcito, lo mejor las cartas, que no llegan nunca
un besote

7:11 PM  
Blogger Cabeza Mechero said...

Desgraciadamente yo no tengo ninguna bonita anécdota con nadie que me llamara erroneamente, en cambio yo me equivoco de número constantemente; tras leer esto, ¿debo suponer que la fortuna que he gastado en enviar flores a decenas de tanatorios a causa de la epidemia de páncreas sufrida por tantos de mis amigos... ha sido un gasto en balde? Con razón a veces creo ver fantasmas...

P.D.: ¿Me dejará publicar el comentario? Desde hace unos dias me es imposible publicar aquí.

10:50 PM  
Blogger Missing said...

Por fin Jordi, no he dejado de recibir flores y mi familia bombones, mis amigos nunca jamás me llaman ni responden mis sms, en cambio una señora que ha terminado por resultarme un tanto pesada se ha empeñado en invitarme estas navidades a su casa y ya no sabía cómo decirle que no, a consecuencia de lo cual acepté. Cuando le pregunté su dirección para poder acudir a la cita exclamó sorprendida:
- Pero Jordi hijo, tienes alzheimer o algo? no llegues tarde en nochevieja que a tu padre le gusta comerse las uvas a tiempo. Un beso hijo.
Y colgó.
Por favor, para no decepcionar a tan obstinada señora... me puedes dar la dirección de tu madre que me espera mañana para cenar??
Gracias y un saludo.
Fdo: NICO.

5:20 PM  

Posta un commento

<< Home