venerdì, febbraio 23, 2007

Henry James, Guy Domville y Cabeza Mechero

Hace unos días, el amigo Cabeza Mechero, en su visceral blog La Insurrección Cabeza Mechero, nos contaba esa historia que vivió en un concierto:

“Llegó el momento en que la supuesta cantante anunció que tocaban retirada con el último tema. Este que os escribe rompió en un sonoro aplauso acompañado de un ¡¡¡bien!!!, que fue seguido animosamente por la gran mayoría de los allí presentes. A los pobres chavales que estaban en el escenario se les quedó una cara bastante rara (no negaré que incluso me dieron algo de pena). Terminaron su nefasta labor y se fueron lo más rápido que pudieron.”

Le dije a Mechero que esa historia me había recordado algo y así se lo escribí:

“Esta anécdota me ha recordado algo, pero no puedo precisar qué exactamente. Sé que éste es un comentario bastante tonto, pero quería que lo supieras. Cuando lo recuerde, te lo diré”.

Agradecí los amables insultos del amigo Mechero a mi absurdo comentario y dediqué las siguientes horas, las laborales y las festivas, a intentar precisar qué es lo que me había hecho recordar aquella historia. Y al final, esta mañana, mientras descubría con sorpresa que los cristales de las ventanas de mi piso no tenían originalmente ese tono mate tan peculiar que las distinguía, sino que simplemente estaban sucias, me acordé: es una historia muy similar, que sucedió el 5 de enero de 1895 aunque, claro, yo la leí mucho después. Su protagonista es el novelista estadounidense Henry James y habla de su primera y última incursión en el mundo del teatro. Copio literalmente de donde lo leí (un libro, claro):

“Se cuenta que Henry James no tuvo valor, la noche del estreno de su comedia “Guy Domville” para asistir a la representación; traicionado por los nervios, prefirió acudir a otra sala cercana, donde se representaba una obra de Oscar Wilde. Cuando ésta terminó, James acudió al teatro donde se representaba “Guy Domville”. La función estaba a punto de terminar. En una de las últimas escenas, un personaje exclamó: “¡Yo soy el último de los Domville!”. Un espectador, refugiado en un palco, gritó: “¡Menos mal!”. Y acto seguido todo el público comenzó a silbar y a patear por lo que consideraba un espectáculo de baja calidad. El actor que presidía la compañía, un veterano al que jamás habían abucheado en toda su carrera, al percatarse de que James estaba en la sala, le obligó a subir al escenario para hacerlo partícipe de los reproches del público. A partir de esa noche, el gran novelista no volvió a intentar la dramaturgia”.

Conclusión: en 1895, Cabeza Mechero ya reventaba eventos artísticos.

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8 Comments:

Blogger Reich said...

Fíjate! menudas aficiones nos tiene el señorito Cabeza Mechero... y nosotros sin saberlo.

Ya estoy viendo el cartel de "Se Busca" con su foto en todas las taquillas de venta de entradas...

1:49 PM  
Blogger Jen said...

jajajajaja sí! mechero ya estaba entonces rebentando espectáculos xD

2:12 PM  
Blogger Unknown said...

Ya veo a un señor con sombrero de copa, pañuelo en el cuello y un quinto San Miguel en la mano, levántados con serios problemas de estabilidad y con la mirada perdida, mientras grita contra los actores y contra el Sr.Muñoz......
Seguramente debajo de ese traje de domingo, nuestro caballero incendiario y alentador de masas, lleva puesta una camiseta con la portada del "The Freewellin'".

Hola de nuevo... y recuerdos al señor Budesca.

11:52 PM  
Blogger SBP said...

qué capacidad de relación! Por cierto, las verificaciones de palabras estas son cada vez más complicadas. Hoy tengo que escribir:
oquvyming

11:06 AM  
Blogger Unknown said...

yo debo ser un poco tonta porque siempre aplaudo por el trabajo hecho, aunque es cierto que mi intensidad en el aplauso desciende según me ha gustado más o menos... de todos modos no me da pena henry james porque la gloria la tiene igual

paula

6:29 PM  
Anonymous Anonimo said...

Pero qué malos qué malos sois (Averia dixit) y tú como ya han apuntado por ahí qué capacidad para relacionar las cosas!

7:26 PM  
Blogger Cabeza Mechero said...

Yo sin más me quito el sombrero, y si es posible me desdigo de mis ambables insultos. Es 1895 era más buena gente de lo que soy ahora.

5:00 AM  
Blogger Unknown said...

Tengo un amigo que dice que los insultos en el teatro hacen subir el nivel de las obras, ni que sea por miedo a hacer el ridículo (que es una cosa muy importante). Hoy hay demasiado respeto y eso se traduce en una baja calidad teatral.

5:43 PM  

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