giovedì, ottobre 18, 2007

No te llevaré al circo

Mientras el embarazo de la Nueva sigue su curso, yo llevo días pensando en cosas que hice en mi infancia. He recordado por ejemplo mis visitas al Circo Mundial, que anualmente desembarcaba en Barcelona. En esos tiempos a mi ciudad no venían los grandes grupos de rock, ni las estrellas de Hollywood ni las grandes figuras del fútbol, pero el Circo Mundial no perdonaba ni un año y, puntual como un reloj, instalaba sus carpas en la Plaza de Toros Monumental y se ponía a vender entradas. Y mi padre, vete a saber por qué, las compraba y con toda la buena fe del mundo nos regalaba una noche en el circo.
Desde esos tiempos cada vez que oigo decir en la tele a algún viejo payaso eso tan manido de que el circo se muere, me relamo de felicidad. Ahora odio el circo, pero de niño sufría con él. No por la seguridad de los acróbatas, que me importaba un comino, ni por si alguno de esos leones anoréxicos se comía al domador o por si algún elefante estornudaba. Qué va. Yo sufría por mí, porque me pasaba toda la función, que duraba seis horas o eso me parecía a mí, pensando en lo bien que estaría en casa leyendo un libro de Enid Blyton, allí donde los niños bebían algo tan raro como cerveza de jengibre, o viendo aquella tele que sólo tenía dos canales y según a qué horas sólo uno, o jugando a fútbol en el pasillo para desespero de mamá. Cualquier cosa menos estar ahí encerrado sufriendo por mí, sufriendo de vergüenza ajena viendo a los payasos repitiendo una y otra vez las mismas escenas subnormales, Y, sin embargo, los otros niños se reían a carcajada limpia y yo pensaba en qué vidas tan raras debían llevar esos niños que se reían tan bobamente con aquellos carcamales.
Luego el circo llegó a la tele con aquellos célebres payasos. Ni siquiera esos me gustaban, quizá me atraía un poco la seriedad del señor Chinarro, pero al menos allí no aparecían leones ni acróbatas y si me aburría me iba.
Recordaba todo eso estos días y pensaba que, cuando nazca eso que está engendrando la Nueva, yo al circo no le llevaré. Con suerte, para entonces el circo se habrá muerto de una puta vez.

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mercoledì, ottobre 03, 2007

He salido

A lo largo del día le pregunto varias veces a la Nueva cómo se encuentra.

-La espantosa naturaleza sigue su horrendo curso -suele responder.

La Nueva, como ya sabéis, está embarazada, aunque por su respuesta podríais pensar que mi querida compañera se ha convertido en un cadáver parlante en fase de descomposición. Y es que los efectos físicos del embarazo han dejado al estado de ánimo de la Nueva hecho unos zorros. ¿Y yo? Voy tirando. La madame que regenta la casa de citas donde trabajo tocando el piano sopesa la posibilidad de contratar un hilo musical y despedirme. El único libro que he podido leer estos días es la Biblia del Embarazo. Mis vecinos, en una irresponsable y cruel votación, me han nombrado presidente de la comunidad. El ascensor amenaza con despeñarse, la antena colectiva se ha estropeado y todos los vecinos me miran a mí como si yo supiera algo de estos temas. Y a finales de este mes la Nueva y yo nos casamos.
¿Cómo queréis que actualice?